1. Objetivos claros.

Elige un plan que se adapte a tus metas financieras específicas, ya sea para la jubilación, la educación de tus hijos o cualquier otro objetivo a largo plazo. Un buen plan debe ser personalizado y alineado con tus necesidades.

2. Rendimiento.

Confirma si el rendimiento es garantizado o especulativo. Cuando no es garantizado normalmente se basa en los rendimientos históricos. Investiga el comportamiento de los últimos meses o años, esto te dará una idea de còmo ha funcionado en diferentes condiciones del mercado.

3. Diversificación.

Asegúrate de que el plan ofrezca una variedad de opciones de inversión, si es renta fija o renta variable, acciones, bonos y otros activos. La diversificación puede ayudar a reducir el riesgo y aumentar las oportunidades de ganancia.

4. Costos, comisiones y seguros.

Examina si el plan tiene costos asociados como las tarifas de gestión, comisiones. O en caso de los seguros de ahorro, conocer el componente de protección que esta incluido.

5. Flexibilidad y liquidez.

Considera si el plan te permite hacer aportaciones adicionales y periódicas y si puedes adelantar o liquidar el plan en cualquier momento. También conocer si puedes retirar en caso de emergencia, si tiene alguna penalización o no. La flexibilidad y liquidez son importantes para adaptarse a cambios y circunstancias.

6. Evalúa tu tolerancia al riesgo.

Cuánto riesgo estás dispuesta o dispuesto a asumir. Los planes de inversión varían en cuanto a riesgo, desde garantizados, conservadores y hasta dinámicos (agresivos). Alinea tu elección con tu nivel de tranquilidad ante fluctuaciones del mercado y de tus objetivos.

7. Busca asesoramiento profesional.

Un Asesor de Seguros y un Asesor Financiero pueden ayudarte a tomar decisiones informadas y personalizadas en función de tu situación financiera.